Puede que el
llamado “enfoque” sea una de las características principales del liderazgo. La capacidad de centrarse en lo verdaderamente importante y de concentrar sus
esfuerzos en plantear los pasos necesarios para conseguir el objetivo deseado
organizando los recursos a su disposición en aras del fin planteado. El enfoque, desde este punto de vista, se coloca como piedra angular del éxito de cualquier dirección estratégica.
Una de las
premisas para ejercer la dirección y el liderazgo con efectividad se centra en
conseguir captar la atención, siendo necesario inicialmente conseguir nuestra
propia focalización y posteriormente la de los que nos rodean (nuestra
organización, colaboradores y partes interesadas) situándose en el último punto el conseguir la
atención de nuestros clientes.
Tal y como
defiende Goleman en “Focus” los líderes deben poseer cierta destreza para
moverse en su mundo interno, en el mundo externo y en el mundo de los demás. La
consecución de buenos resultados se supedita a desarrollar estos tres tipos de
foco. Internamente nos conectamos con nuestras intuiciones
y nuestros valores
mejorando nuestra toma de decisiones, el foco externo nos permite “circular” adecuadamente por el mundo que
nos rodea y el foco en los demás nos permite un mejor desarrollo de nuestras relaciones.
*Observación. Podría decirse que el líder
“desconectado” de su mundo interno carece de timón, el que es indiferente al
mundo que nos rodea está perdido y el que da la espalda a las relaciones
interpersonales está ciego.
Bajo este
planteamiento el liderazgo tiene que conseguir el equilibrio entre la llamada
focalización interna, basada en la cultura y el ambiente de la entidad, y el
enfoque externo, situado en la realidad del entorno donde desarrollamos nuestro
trabajo.
Los objetivos y
las metas en las que se concentra un líder, así como el camino elegido para su
consecución (tanto consciente como
inconscientemente), determinan la atención de sus colaboradores. El trabajo
desarrollado por los que rodean al líder se expresa basándose en la percepción
de éstos en relación a lo que para la dirección tiene relevancia: prioridades,
valores, tiempos, etc*.
*Nota. Stephen Covey ya adelanta que tanto los valores como la prioridad de las acciones son elementos importantes para "El Liderazgo basado en Principios".
*Nota. Stephen Covey ya adelanta que tanto los valores como la prioridad de las acciones son elementos importantes para "El Liderazgo basado en Principios".
Desde este
punto de vista la estrategia determina las decisiones que marcan desde como se
conforma y estructura
la organización hasta a que prestar atención y que “desechar” así como el modo
de efectuarlo. El foco del líder determina las prioridades
de la empresa así como el camino a seguir y lógicamente influye en el método
seguido por los que le rodean para su consecución (ver aplicación de la Matriz de Eisenhower).
Un ejemplo
claro de este particular lo tenemos en entidades con una gran variedad de
productos y servicios donde la Dirección es incapaz de centrarse en una
estrategia definida debido a las diferentes necesidades de cada línea,
encontrándose el problema agravado cuando los diversos artículos y/o servicios
no tienen puntos comunes siendo muy complicado crear sinergias en su desarrollo
y trabajo.
De igual modo
los valores del líder marcan la forma de
afrontar el trabajo por parte del personal que le rodea, el comportamiento de
una organización difiere si está enfocada realmente en la atención efectiva al
cliente (gestión de pedidos, incidencias y
atención general) o si únicamente su existencia radica en la maximización
de su rentabilidad sin importar el medio de lograrlo.
Los grandes
líderes evolucionan de la gestión al liderazgo. Sus habilidades sociales y capacidad de
autocontrol sinergizan sus necesidades con las de sus colaboradores
armonizándolas con la estrategia deseada y la defensa de sus valores éticos redunda en su la credibilidad.
Es de reseñar
que en muchas ocasiones la gestión empresarial se divide en dinámicas de explotación y actuaciones de exploración. La primera se centra en la
mejora y perfeccionamiento continuo de un proceso, capacidad o tecnología
centrándose en gran medida en las actuaciones de innovación incremental constituyendo uno de los cuatro principios del éxito duradero propuestos por Stadler. Por otro
lado la exploración se centra en la búsqueda del éxito probando diversas
opciones estratégicas en gran medida diferentes de las que hasta el momento la
entidad está aplicando situándose más en la línea de la innovación disrupltiva.
Seguramente el
planteamiento ganador se encuentra en la combinación de ambas estrategias de
modo que se efectúe una combinación de “lo nuevo”
con la mejora de lo que funciona y rinde satisfactoriamente (con una cierta aplicación del Principio de Pareto), incluyendo la alternación
periódica de ambas modalidades dependiendo de cada momento y situación. El
manejo de esta “dualidad” precisa invariablemente de líderes equilibrados,
centrados y “enfocados” en la triada que formamos nosotros, los que nos rodean
y los clientes, siendo uno de los requisitos de nuestra propia eficacia.
Los buenos líderes pasan buena parte de su tiempo a
labores de orientación y consejo con objeto de desarrollar y mejorar las
fortalezas de sus colaboradores, trabajando por el compromiso o "empowerment", desarrollando el llamado liderazgo situacional, y caminado más allá de decir a los demás lo
que deben hacer o centrarse en realizar todas las tareas relevante ellos
mismos. De este modo se “acumulan” diversos estilos de liderazgo que combinados
o empleados dependiendo de cada situación amplían los recursos del líder
ampliando su información con datos procedentes de colaboradores y clientes. La
conclusión final es que se dispone de mayor comprensión y flexibilidad para
actuar ante todo tipo de situaciones y se tiene mayor capacidad para afrontar
junto a todas la partes interesadas los diversos pasos de la estrategia
empresarial definida.
“Dirigir la
atención hacia donde se necesita es una de las tareas principales del
liderazgo.”
Daniel Goleman, psicólogo y escritor estadounidense.
Autor. José Daniel Blanco