Las Leyes de la Simplicidad |
Basado en el supuesto de que el exceso de información y complejidad dominan nuestra vida, John Maeda definió “The laws of Simplicity (2006)” una serie de principios que bajo la directriz genérica de la simplicidad resultan de gran utilidad para el desarrollo de productos, servicios o actuaciones.
Defendiendo
en modelo SHE (shink, hide and embody)
como línea maestra de actuación Maeda delimitó 10 leyes o directrices con
objeto de desarrollar la máxima de que “en un mundo complejo, menos es más”:
Reducir (shink) aspectos como el tamaño, los tiempos,
etc.
Esconder (hide) aquellas características que el
cliente no precisa conocer.
Incorporar (embody) o elevar el nivel de calidad
del artículo o servicio sin mostrarlo.
A
continuación se exponen los 10 principios de Maeda:
Reducir
El
exceso de opciones y de información anulan un gran artículo o servicio, la
competencia contra la recarga de posibilidades hace que la simplicidad sea una estrategia
generalmente ganadora. Reducir las fases de un servicio o “bajar” las
dimensiones de un artículo o la información expuesta de ambos (superflua para el cliente) escondiendo
sus fases y propiedades más complejas ayudan a elevar la satisfacción de los clientes
cuando el servicio o producto supere sus expectativas. Debemos “mostrar” lo
realmente importante y esconder o desechar todo lo demás ayudando a generar un
a propuesta de valor diferenciada. La necesidad de enfocarnos en lo realmente importante es vital para simplificar.
Organizar
Cualquier
sistema, proceso,
artículo o servicio ganará en funcionalidad y se desarrollará más fácilmente si
se encuentra organizado (se trata de un
punto vital en el trabajo de cualquier buen consultor).
El orden y la organización ofrecen la ventaja de que lo mucho parezca poco y
además ayuda bastante a localizar y determinar las relaciones causa efecto y a comprobar el impacto de cualquier actuación de mejora que pueda
emprenderse (aplicación básica de Pareto).
Tiempo
Como
un paso más allá del primer punto el tiempo es oro y más con el ritmo de vida
del siglo XXI. El ahorro y optimización del mismo ofrece la sensación de
facilitar las tareas. La atención del cliente en el menor tiempo posible* (sin perder calidad del servicio)
generalmente influye en la superación de sus expectativas y suele ser una
táctica de desarrollo de trabajos y servicios bastante aceptada.
*Observación.
Otra opción es “esconder” o disfrazar la espera o proceso de modo que dicha
demora se haga más llevadera.
Aprender
Las Leyes de la Simplicidad II |
Diferencia
Como
otros tantos atributos la simplicidad no podría entenderse sin la oposición a
su contrario: la complejidad. La clave de nuestra diferenciación se encuentra
en situarnos en el opuesto a la mayoría: ofertas sencillas frente a contratos
farragosos, presentaciones breves y limpias en lugar de complicados diagramas,
procesos de trabajo sencillos en oposición a actividades complicadas y
difíciles (de seguir y explicar),
mensajes sencillos y directos en lugar de grandes y vacíos discursos, etc.
Además debemos recordar que no podemos ser los mejores en todo por lo cual
debemos focalizar nuestras actuaciones.
Contexto
En
este punto podríamos enlazar con los nuevos requisitos de la norma de calidad 9001:2015. Nuestras actuaciones no deben enfocarse únicamente a
nuestro producto, servicio o entidad, desde sólo nuestro punto de vista. En
todo momento se debe considera el “uso” que el cliente va a dar al servicio o
artículo así como los llamados “momentos de la verdad” en nuestra relación con
el cliente y en el desarrollo de nuestros procesos de trabajo debemos dar
cabida a opiniones y demandas de proveedores, clientes y trabajadores.
En
resumen en nuestro trabajo “la periferia
es importante”.
Emoción
Tal
vez sea el único punto donde se “rompe” la simplicidad (especialmente en relación a la ley de la reducción). Dentro de la
concepción de producto o servicio debe haber sitio para dotarle de sentimiento.
El cómo determinados productos se convierten en iconos o como ciertos servicios
(como los que desarrollamos los
consultores*) se basan más en las buenas relaciones y la empatía con el
cliente, son muestras que deberíamos considerar, pues la sensación de bienestar
es muy importante para el cliente.
Nota*. En este punto quiero recordar a mi buen compañero Aly B. Moreno que en relación a este punto
particular todas las semanas nos deleita con sus artículos “salpicados” de
buena música (y de un modo gratuito).
Confianza
Una
gran parte de los artículos y servicios que empleamos en nuestro día a día
están llenos de complejidad (incluso aunque a efectos prácticos su uso es
sencillo). De igual modo muchas entidades confían en sus colaboradores y
consultores al transmitirles seriedad, credibilidad y sencillez. Esta última es, en
muchas ocasiones, un valor añadido a la confianza pues ahorra a las empresas
tiempo, preocupaciones, etc. al cedernos parte del control. Debe
tenerse en cuenta que en servicios este factor es extremadamente importante ya
que al no existir algo físico es la confianza lo que garantiza (o debería garantizar) la calidad al
cliente.
Fracaso
Se
puede entender como otro de los puntos “de excepción”. Tal y como definió
Einstein “se debe hacer todo tan sencillo
como sea posible, pero no más sencillo”. En una organización podemos
identificar aquellos procesos margen para la mejora y la optimización
asumiendo que en ciertas ocasiones no es factible la simplicidad. Determinados
productos, servicios y actividades son complejas y aún así buenas y
diferenciadoras y no debemos rehusar exponer su complejidad como característica
de éxito.
La única y
definitiva
Cuando
todo lo demás falla debemos tener en cuenta que la clave de la simplicidad
radica en eliminar lo obvio y resaltar lo importante y diferenciador (aspecto fundamental al considerar la aplicación de las famosas 4Ps en nuestra organización).
En
resumen los diez puntos ofrecen criterios medibles como el tamaño o el tiempo y
aspectos más subjetivos como las emociones y la confianza, siendo la
combinación de todos los apartados reseñados en un producto o servicio la clave
mágica que hace que un cliente se decante por una opción u otra más allá del
factor económico.
“Nuestra economía se
basa en pensadores convergentes, las personas que ejecutan las cosas, conseguir
que se hagan. Pero los artistas y diseñadores son pensadores divergentes:
amplían el horizonte de posibilidades.”
John Maeda,
diseñador, informático y conferenciante estadounidense.
Autor: J. Daniel Blanco Alonso
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