El Trabajador del Conocimiento (Drucker) |
Concepto
desarrollado por Peter F. Drucker como “kwowledge
worker” bajo la premisa del cambio de la sociedad y que su desarrollo se
efectuaría sobre la base del conocimiento*, situando éste como punto central
para el desarrollo competitivo de las empresas. El trabajador del conocimiento
no se define por su coste o productividad sino por su capacidad de “elaborar
conocimiento” (generalmente sobre la base
de otros conocimientos) y aplicarlo (su
utilidad se traduce un resultado económico si se convierte en un factor
productivo).
*Observación.
Ya ha llovido algo desde “Los límites del Mañana” (en inglés Landmarks of
Tomorrow), libro donde por primera vez apareció este concepto, editado en 1959.
Se
puede considerar como “Trabajadores del
Conocimiento” a aquellas personas cuya principal ocupación se trata de la
aplicación de su saber y experiencia acumulados en la realización de su
trabajo**: ingenieros, creativos, dibujantes, científicos, directivos,
consultores, programadores, arquitectos, etc. que precisan de estar
continuamente formándose y actualizando sus conocimientos.
Nota**. Un trabajador del conocimiento no fabrica nada que
sea útil en sí mismo pues no general un bien físico sino conocimientos, ideas o
información que deben ser integrados en una tarea para que sean productivos,
este tipo de trabajadores necesitan el acceso a una organización que les
permita alinear sus conocimientos y aplicarlos a un producto o servicio final
común, podrían definirse como creativos, autónomos e incluso técnicos y desafiantes dentro de las Ocho Anclas de Schein y se acercarían a la situación de delegación defendida en el modelo de Liderazgo Situacional de Hersey y Branchard.
La
naturaleza intrínseca de la información y el conocimiento convierte su trabajo
en algo intelectual y creativo lo cual lo hace muy difícil de medir en
los términos empresariales “normales” (horarios, producción, etc.) y por otro
lado el tipo de trabajo sitúa en “otros valores” aspectos como motivación y fatiga
(de este particular sabemos mucho los que
nos dedicamos a la consultoría).
Drucker
siempre ha defendido la relevancia del recurso humano sobre
el financiero. Los trabajadores pasan a ser considerados como activos de vital
relevancia acompañados del aval de su experiencia (ver las estrategias basadas en la empresa del llamado Triángulo Estratégico de Ohmae). La contribución intelectual
se sitúa en primer plano y el trabajador del conocimiento se considera un
activo que genera rendimiento y no como un generador de gasto. Peter
Ducker defiende que “la corporación los
necesita más de lo que ellos necesitan a la corporación” pasando “los gerentes y directivos a convertirse en
responsables de la aplicación y del rendimiento del saber”.
La
figura del trabajador del conocimiento se encuentra íntimamente relacionada con
la llamada tercera etapa del avance económico (desarrollada por Michael Porter) y según las cuales:
1. La primera etapa se
encuentra impulsada por los factores
de producción (donde la ventaja se imprime por bajos salarios y los
recursos naturales), se considera la fase más elemental.
2. La segunda etapa se
basa en la inversión y la fuente de la ventaja competitiva es la productividad
o la eficiencia en la producción de bienes y/o servicios (actividades muy
estudiadas y desarrolladas en los sistemas de gestión de calidad en relación a
la mejora de los procesos).
3. Por último y en la
tercera etapa la capacidad de innovar y el desarrollo de los activos intangibles de las empresas se sitúa como
fuente de ventaja competitiva pues la creación de ideas y conocimiento “desarrollan”
productos, servicios, procesos (la
adaptabilidad de los mismos a las personas pasa a ser determinante) y
relaciones nuevas o mejoradas que se pueden incorporar a la cadena de valor de
la empresa.
La
propiedad
del proceso de trabajo se invierte con el trabajador del conocimiento
pues éste se sitúa como dueño del proceso (el llamado "empowerment" elevado a la máxima potencia) al ser éste su propio conocimiento (en contraposición al “trabajador manual” con
gran experiencia pero que únicamente tiene valor en el puesto de trabajo y no
es trasladable). El conocimiento, especialmente el elevado y especializado,
es totalmente “trasladable” y el trabajador ya no es meramente
un activo más, pues no se le puede vender o comprar (es su término clásico) pasando, en muchas ocasiones, a ser el actor principal del cambio y en la gestión de la transformación en muchas entidades. En su trabajo se identifica mayormente con
su área de especialización y no con su jefe (los trabajadores del conocimiento tienden –o más bien tendemos- nos
consideramos profesionales y no subordinados) y la organización se
considera un espacio donde aplicar sus conocimientos lo que conlleva en muchas
ocasiones a obtener su lealtad a través de la oferta de oportunidades para su
desarrollo. Esto conlleva a un grado muy elevado de autonomía en la realización
de su trabajo y en la toma de decisiones relacionadas con su especialidad siendo un referente estratégico en las Organizaciones Trébol definidas por Charles Handy.
Por
su parte el trabajador el conocimiento debe analizar sus puntos fuertes a
través de la “retroalimentación” de sus experiencias vividas focalizando el
desarrollo de su trabajo en aquellas actuaciones que representan sus
fortalezas y no “desperdiciando” esfuerzos en aquello para lo que no se
tienen competencias*, aunque lógicamente
se puedan (y deban) minimizar las debilidades y amenazas. Además la visión,
misión y código ético de una entidad son
determinantes para el desarrollo de las habilidades (una de las 7s de McKinsey) del trabajador del conocimiento por lo
cual la elección de no trabajar en empresas cuyos sistemas de valores sean no
sean compatibles los suyos o sus líderes carezcan de credibilidad. Por otro lado debe autogestionarse concentrándose
en el desarrollo de su actividad*** y gestionando el tiempo invertido así como
asumir la responsabilidad por los resultados que genera pues la autonomía y la
toma de decisiones tienen un “precio” (la
búsqueda de la eficiencia en el
trabajo es vital y representa el “norte” de este tipo de trabajadores).
***Aclaración.
Tom Peters lo ha definido como “la hora del talento” encontrándose éste en
aquellos profesionales que puntúan en una escala diferente que se deben
convertir en contrabandistas independientes, al menos en espíritu, haciendo
gala de una singularidad auténtica, asumiendo riesgos y autosuficientes.
El
impacto (y necesidad de adaptación)
de este tipo de trabajadores en las organizaciones tanto como personal interno
y especialmente como consultores externos conlleva una adaptación de los “viejos
roles” jerárquicos referentes al “dirección”
y “subordinado” pues la independencia y el desarrollo del trabajo de este tipo
de trabajadores va a la par que la propia dirección de la empresa demandando un
tipo de entidad más horizontal en su
organización y "obligando" al desarrollo de la llamada "organización inteligente" de Senge en su Quinta Disciplina así como como a un nuevo estilo de liderazgo de los directivos con objeto de gestionar el cambio.
Los
“trabajadores del conocimiento” están continuamente “replanteando” su
estrategia, aportando "pequeñas ideas", adaptándose a diversas colaboraciones gracias a su cultura de tareas y desarrollándose como líderes (no queda otra) de trabajo delimitando las actuaciones más efectivas a cada
situación (y considerando la cultura empresarial existente*) y “retroalimentándose” con los resultados de sus trabajos lo que
desarrolla una “adaptabilidad” y “evolución” alimentada de experiencias y por el desarrollo de sus fortalezas,
recogida de información y “reformación” conjugando como objetivo su propia "excelencia operacional" defendida por Treacy y Wiersema.
*Nota. Recomiendo la lectura de Las Dimensiones Culturales de Hofstede.
Tal y como defiende Thomas Davenport “el trabajador del conocimiento posee un alto grado de experiencia y educación y en su trabajo demuestra la aplicación e sus conocimientos para crear. Trabaja en equipo y distribuye y supervisa el trabajo, percibiéndose su “presencia” en toda la organización lo que lo convierte en trabajador autónomo o independiente, su formación tiene fin y precisa de actualización constante ante los cambios”. Frase con la que este servidor está totalmente de acuerdo tras llevar en el negocio casi 20 años.
*Nota. Recomiendo la lectura de Las Dimensiones Culturales de Hofstede.
Tal y como defiende Thomas Davenport “el trabajador del conocimiento posee un alto grado de experiencia y educación y en su trabajo demuestra la aplicación e sus conocimientos para crear. Trabaja en equipo y distribuye y supervisa el trabajo, percibiéndose su “presencia” en toda la organización lo que lo convierte en trabajador autónomo o independiente, su formación tiene fin y precisa de actualización constante ante los cambios”. Frase con la que este servidor está totalmente de acuerdo tras llevar en el negocio casi 20 años.
“El negocio no es
hoy en día el dinero sino la información. Atraer el talento constituye un
verdadero arte, retener a las personas adecuadas constituye una prioridad,
seleccionarlas es esencial y conseguir motivarlos es fundamental.”
Peter F. Drucker
consultor y experto en gestión empresarial austriaco
Autor: José Daniel Blanco Alonso
En donde esté, estimado autor, muchas gracias por el excelente resumen de ideas.
ResponderEliminarMuchas gracias Daniel por el apoyo y comentario.
EliminarUn abrazo desde Madrid (España).
Los trabajadores del conocimiento debemos trabajar continuamente en la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades, en esta actividad la meta es como la línea del horizonte que cuando más te acercas a ella más se aleja la meta, por lo que necesitan superarse continuamente y perfeccionar sus conocimientos y habilidades
ResponderEliminarEfectivamente, el proceso de formación y capacitación es continuo y más en el entorno cambiante actual.
EliminarMuchas gracias por el comentario.
Muchas gracias Daniel su artículo es muy interesante e importante para los directivos pues la independencia del trabajador del conocimiento conlleva a soluciones creativas y originales que más que valores financieros crean valores competitivos para la organización.
ResponderEliminarLos jefes de estos trabajadores deberían entender este concepto.
Efectivamente su integración todavía continúa siendo un "reto" en muchas organizaciones.
EliminarCordiales saludos.