Las "etapas" de la calidad en las empresas I |
Acabo de concluir un proyecto como consultor de una implantación
de un Sistema de Gestión de Calidad en una organización y, como comparación con
otras labores de asesoría que efectúo en entidades que llevan acreditadas
algunos años, he recordado las diferentes “fases” o etapas, considerando éstas
como “profundidad” de las mismas, que la calidad puede tener en la
organización.
Como consultor considero que la citada profundidad del un
sistema de gestión en una entidad puede dividirse en las siguientes etapas:
- Implantación*. El objetivo prioritario, en el 80 % de las ocasiones, suele ser la
acreditación del Sistema de Gestión, por lo cual los “esfuerzos” del consultor
se suelen centrar en dar a conocer los “rudimentos” básicos de la Norma de
referencia, ciclo de mejora contínua y apoyar la “integración” de dichos requisitos en la estructura de
la organización. El trabajo desarrollado suele tener una gran carga formativa y
organizativa y de análisis previo apoyando a la organización en la definición y control de sus
procesos principales y en el establecimiento de las líneas de actuación
deseadas (y determinadas en los documentos del Sistema de Calidad) en la
entidad así como en el “marcaje” de las funciones y responsabilidades
correspondientes. En esta fase se comienza una recogida de datos ordenada que
genera las primeras “proyecciones” reales de la organización de cara al futuro
y se toma conciencia de las “debilidades” de la entidad y de la línea que las
mejoras y objetivos deben adoptarse en un futuro.
Nota*. Aunque el fin último de la implantación de un Sistema de Gestión de
la Calidad no debe ser la certificación el tiempo de implantación y la
consecución del “sello” es un factor muy considerado por la Dirección de la
empresa y en nuestra labor de consultoría en gran medida se convierte en un objetivo
prioritario el primer año por lo cual todos los consultores somos (o debemos
ser) conscientes de este “horizonte”.
- Afianzamiento. Esta etapa se suele desarrollar a partir del segundo año en las
organizaciones. La recogida de datos se afianza (así como su cuestionamiento) y
el seguimiento de los procedimientos del sistema por parte de los integrantes
de la entidad es más “fuerte”, se comienzan a detectar un número menor de
“errores” en el uso de registros y los participantes en el sistema comienzan a
ser más conscientes de la mejora que los “protocolos” desarrollado aportan a su
trabajo. Así mismo comienza una etapa de “perfeccionamiento” de los
procedimientos al comenzarse a detectar puntos de mejora en el uso de los
registros así como en su movimiento en la organización como consecuencia de su
mayor uso y empleo por parte del personal. El control de incidencias y
reclamaciones se “estabiliza” al quedar más claros los criterios de detección y
actuación (y al no olvidarse alguna
anotación) permitiendo un mejor análisis posterior de estos sucesos. El
despliegue del cuadro de indicadores se hace más profundo y evoluciona
abarcando en mayor medida los procesos que la entidad considera y estudia como
más relevantes para su negocio. Nuestras mejoras comienzan a ser percibidas por
nuestros clientes convirtiéndose nuestro sistema de calidad en una ventaja
competitiva y en un hecho probado y profundizando progresivamente en actuaciones que conlleven innovaciones incrementales para la organización. En esta etapa se suele observar mayormente el paso del Aseguramiento a la Gestión de la Calidad.
-
Evolución.
A partir del tercer año (generalmente) la calidad se encuentra imbuida en el
trabajo de la empresa y su relación con su forma de actuar suele ser
“indisoluble” de su sistema de calidad. Las mejoras y objetivos generales
suelen estar más alineados con las directrices generales de la organización y
la propia organización posee un mayor manejo de las herramientas de la calidad
para el estudio de situaciones y la adopción de medidas. Las reuniones ganan en
efectividad y se suele observar un “mayor pensamiento” en conjunto ampliándose
el concepto de cliente a aquellos procesos que están después de nuestro área de
trabajo. La Dirección comienza a plantearse la integración de áreas que en su
momento hayan quedado fuera del Sistema de Gestión (procesos minoritarios o
considerados “laterales”) y se observa que, en líneas generales, la base del
sistema documental ya está establecida y que su evolución sufrirá pequeñas
modificaciones. En relación a los clientes se comienza a mejorar el tratamiento
de su información cruzándose datos sobre sus puntuaciones y
observaciones con datos comerciales y valoraciones internas efectuadas por
parte de nuestro personal.
- Madurez.
Puede considerarse que alcanzado este punto el sistema “rueda sólo” pues el
grado de integración del sistema de calidad en la organización es prácticamente
total profundizando en la llamada "excelencia operacional" como disciplina de valor (se busca una mayor eficiencia en los procesos de trabajo "depurando" y ajustando los mismos para lograr una mayor efectividad al sistema y lograr una mayor compatibilidad estratégica). La Dirección únicamente mantiene “puntos de control” es zonas muy
determinadas del Sistema observándose una mayor autonomía de los responsables
de área o departamento (se produce un mayor desarrollo del llamado "nuevo liderazgo" como consecuencia de una participación más activa del personal en la estrategia de la entidad). El control por incidencias pasa a ser más testimonial y
observándose un mayor despliegue de mejoras puntuales por áreas. La calidad
suele alinearse en muchas ocasiones con parámetros económicos ofreciendo una
visión más profunda a la Dirección de su ventaja competitiva. Externamente se
alcanza un punto en que dicho sistema de calidad es muy valorado por los
clientes de la organización (directa o indirectamente). El “control” de la
Dirección del conjunto de procesos que conforman su organización es “global”
así como el de los diferentes Responsables de sus departamentos y la relación e
interrelación de las áreas de empresa es mucho más fluida. Se eleva mucho la llamada "gestión del conocimiento" mediante la mayor autonomía de las diferentes áreas de la empresa (aunque manteniendo su relación con el resto de "zonas" de la entidad). Paralelamente la
definición de la selección, sistemática de control y seguimiento de los
proveedores es encuentra claramente definida (incluyendo, y en especial, a los
subcontratistas). El estudio de toda la información u observaciones externas es
más amplio (información de clientes, proveedores, partes interesadas,
auditores, etc.) y más exhaustivo.
Las "etapas" de la calidad en las empresas II |
Lógicamente lo definido en las fases anteriores puede
“adelantarse” o “retrasarse” en función del tipo de empresa, tamaño, sector e
implicación de la Dirección sin embargo soy de la opinión de que alcanzada la
que he llamado fase de evolución una empresa no suele “abandonar” la calidad al
encontrarse ya firmemente “inculcada” en su modo de trabajo y habiendo sido
valorada la “bondad” y ventajas competitivas de su sistemática. El proceso lógicamente
carece de final pues la dinámica de la entidad puede variarse en función de la
evolución de su mercado, “sensaciones” de sus clientes, etc.
Cabe reseñarse que en cada fase el trabajo del consultor
varía desde una faceta más formativa y de estudio inicial (incluso de reingeniería de procesos) de la empresa (implantación) hasta una labor más de
asesoría y apoyo en el análisis de datos y apoyo en la definición de planes y
estrategias particulares (madurez) pasando por una etapas intermedias de
“dirección de reuniones”, formación en calidad más específica y apoyo más
definido en áreas puntuales de la empresa (afianzamiento
y evolución), teniéndose en cuenta que se pueden dar situaciones
intermedias o “mezcla” en nuestro trabajo (Ej. ser consultor de una empresa que
lleva acreditada 3 años y que a partir del cuarto año quiere integrar un nuevo
departamento en su sistema de calidad).
*Nota. En todas las etapas se corre el riesgo de "perder" lo alcanzado por "dejadez" del sistema pudiendo general el llamado Efecto Halo.
*Nota. En todas las etapas se corre el riesgo de "perder" lo alcanzado por "dejadez" del sistema pudiendo general el llamado Efecto Halo.
Por último en nuestro trabajo debemos valorar claramente
las necesidades de nuestros clientes y evolucionar nuestro servicio de acuerdo
a aquellos aspectos donde realmente somos más necesarios y teniendo siempre en cuenta la estructura de la entidad, por mi experiencia
dicha evolución suele ser bastante diferente en entidades “grandes” donde las
entidades adquieren más rápido una mayor autonomía de las entidades pequeñas y
medianas donde nuestra labor se integra mayormente como apoyo al Responsable de Gestión facilitando su trabajo y orientando hacia la mejora y el éxito de la empresa en el tiempo. Esta “diferencia”
en nuestros servicios también nos marca como consultores y añade un valor
añadido a nuestra relación con los clientes.
“La calidad no es
otra cosa más que una serie de cuestionamientos hacia una mejora continua.” W.
Edwards Deming. Estadístico, profesor y consultor de calidad estadounidense
Autor: José Daniel Blanco Alonso
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