Los Activos Intangibles |
Los activos intangibles considerados como
“el conocimiento que existe en una empresa para crear una ventaja diferencial*”
o “las capacidades de los empleados de la empresa para satisfacer las
necesidades de los clientes**” ofrecen un primer punto de partida de lo que en
el momento actual se espera de la gestión de los activos intangibles de una
empresa.
*Nota.
Tomas A. Stewart, “Brainpower”, Fortune, 1991.
**Nota.
Tomas A. Stewart, Intellectual Capital, 1998.
Los activos intangibles engloban elementos
tan diversos como patentes, copyrights, conocimientos de los trabajadores,
liderazgo, sistemas de información y procesos de trabajo, entre otros y su participación se tiene en cuenta en el desarrollo de un Cuadro de Mando Integral y su posterior Mapa Estratégico dentro de su variable de crecimiento y aprendizaje, pudiendo
clasificarse en tres categorías:
- Capital humano, considerado como
la disponibilidad de habilidades, talento y conocimientos de los empleados que son los pilares para las fortalezas de los trabajadores y determinan la ejecución eficiente de las actividades de la empresa (se sitúa como punto central para la estrategia de transformación defendida por Collins en su "Empresas que Sobresalen"). Por otro lado su capacitación e integración en la toma de decisiones ("empowerment") se considera como parte relevante del "nuevo liderazgo" y de la "nueva estrategia".
- Capital de
información,
representa el conjunto de sistemas de información, aplicaciones e
infraestructura tecnológica de gestión del conocimiento.
- Capital
organizativo,
recoge activos como cultura, liderazgo, alineamiento con los objetivos de la
empresa, coordinación de los empleados y gestión del conocimiento.
El objetivo actual es que cualquier
organización pueda coordinar sus inversiones en intangibles con el fin de crear
un valor diferencial y sostenible a sus clientes, su propia dirección y a la
comunidad donde opera. La potenciación de su capital humano (ver artículo sobre la Quinta Disciplina), bases de datos y
sistemas de información, procesos internos de alta calidad, relaciones con los
clientes (especialmente en la detección de los llamados Momentos de la Verdad), capacidad de inversión y cultura acerca a la entidad hacia una
economía del conocimiento.
El valor de los activos intangibles proviene
de su capacidad para ayudar a la organización en el desarrollo de su trabajo y la satisfacción de sus clientes, lo
que garantiza que los programas de desarrollo de recursos humanos así como de
tecnologías de la información faciliten la ejecución de la línea estratégica
definida por la Dirección de la empresa y su desarrollo teniendo en cuenta los recursos y capacidades propias.
La integración de las tecnologías de la
información de la empresa con los programas formativos de recursos humanos deben
complementarse y encontrarse en línea con sus objetivos estratégicos
empresariales de modo que la empresa pueda desarrollar todos sus beneficios
potenciales. Así la preparación del personal de la empresa (capacitación) debe
situarse en línea con los recursos materiales necesarios para la realización de
sus tareas (y viceversa) de modo que la adquisición o gestión de equipos e
infraestructura se encuentre “en la misma onda” que la preparación del personal
y ambos elementos deben “perseguir” garantizar el cumplimiento de la política
general (estrategia) de la entidad.
La medición y valoración de los activos
intangibles se efectúa en relación a su “disponibilidad” (el concepto es una
“traslación” del término liquidez para la clasificación de los activos tangibles). Esta disponibilidad del activo representaría la capacidad o
fuerza que tiene la organización para cumplir o llevar a cabo una determinada
tarea de un modo efectivo. De este modo la Dirección de la organización tiene
la posibilidad de comprobar la “brecha” existente entre el objetivo a cumplir y
sus recursos disponibles*.
Observación*. Esta situación se desarrolla fielmente en muchas
empresas durante el proceso de incorporación de un nuevo trabajador a la
plantilla. La empresa determina el perfil de puesto demandado y la elección de
la persona se encuentra relacionada con su currículo y habilidades. Aún así
existe un periodo formativo planificado por la empresa donde se efectúa una “transferencia”
de habilidades (y seguimiento de la formación realizada) hacia el trabajador
donde se le “inculca” la filosofía y la forma de actuar de la empresa así como
el modo de empleo de los recursos (bases de datos, programas, etc. y su
información relacionada) de la organización con vistas a desarrollar su
trabajo.
Los que nos dedicamos como consultores o
responsables a temas de estrategia y calidad tenemos un reflejo de esta sistemática en la
arquitectura de los Sistemas de Gestión de Calidad de modo que la estrategia
general de la empresa suele quedar, más o menos, recogida en la Política
de Calidad de la entidad, las acciones o metas de la Dirección requeridas a
medio y largo plazo se plasman a través de los Objetivos del Sistema de
Gestión y su despliegue y planificación se efectúa considerando los responsables
y recursos que la compañía debe poner en juego (de un modo
ordenado) para su consecución. Teniendo en cuenta que la programación de los
objetivos de una empresa se efectúa tras un análisis global de los datos
recogidos en relación al total de los procesos de la entidad (Revisión del Sistema) las líneas de
actuación cristalizan en acciones necesarias para mejorar y optimizar todos sus
procesos de trabajo por lo cual y como consecuencia la planificación de los
objetivos requeridos deberá conllevar un análisis del capital humano y de información
existente en la organización de modo que analizando su disponibilidad se puedan
adoptar las acciones necesarias* para “eliminar” las diferencias entre lo
existente y lo necesario para la consecución de los objetivos planteados (gestión de la sabiduría colectiva que denominó Konosuke Matsushita).
*Nota.
Pueden precisarse acciones de formación de personal, subcontratación de
servicios, adquisición o modificación de infraestructura o aplicaciones
informáticas, contratación de personal con determinados perfiles de puesto, ampliación
del conjunto de personal con unas determinadas competencias, etc. El empleo de la herramienta Diagrama Causa-Efecto suele ser muy buena en la determinación de las necesidades.
En resumen la gestión de los activos
intangibles es una necesidad para la mejora progresiva del trabajo desarrollado
por cualquier empresa. Su importancia y consideración ya se tenían en cuenta en las 7s de McKinsey desarrolladas por Peters y Waterman a finales de los 80 y están claramente relacionadas con las competencias centrales de una empresa así como el desarrollo de los llamados trabajadores del conocimiento (concepto desarrollado por Drucker hace ya unos cuantos años), encontrándose íntimamente
relacionadas con la posibilidad de despliegue de la estrategia de la compañía
en el diseño de sus objetivos específicos y su conocimiento y relación con
dichos objetivos marcan la clave para comprobar nuestras fortalezas y
debilidades de cara a desarrollar una determinada línea de actuación con
eficacia y garantía de éxito, siendo especialmente relevante en la llamada búsqueda de Océanos Azules o como punto relevante para "liderar la revolución" o delimitar "lo que ahora importa" tal y como defiende Gary Hamel.
“No
todo lo que puede ser contado cuenta, y no todo lo que cuenta puede ser
contado.”
Albert
Einstein, físico y científico de origen alemán nacionalizado suizo y después
estadounidense.
Autor: José Daniel Blanco Alonso
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