El Reloj Estratégico (Bowman) I |
Michel Porter en su libro Competitive Strategy (1980) destacó la importancia y relevancia de la determinación clara por parte de cualquier empresa en dar respuesta de un modo efectivo a las necesidades de los clientes.
El planteamiento parte del principio de que las organizaciones lograrán una ventaja competitiva cuando dan a sus clientes lo que estos demandan o necesitan, mejor y de forma más efectiva que los competidores y de un modo difícil de imitar.
Las estrategias básicas ofrecidas por Porter: liderazgo e costes y
diferenciación son ampliadas por Johnson y Scholes adaptando el esquema
propuesto por Cliff Bowman mediante el planteamiento del llamado “Reloj
Estratégico” (también conocido como
Matriz de Cliente) donde se plantea como posibilidad la no total exclusión
del liderazgo en costes y el liderazgo en diferenciación*.
Nota*. El planteamiento final es que las organizaciones excelentes destacan por
una buena relación calidad-precio.
El Reloj Estratégico va más allá de las tres opciones o Disciplinas de Valor presentadas por Treacy y Wiersema en 1995 basadas en la excelencia operacional, el liderazgo en producto y en el conocimiento del consumidor.
Considerando que los artículos o servicios de diferentes entidades se
encuentren disponibles para los clientes y que éstos puedan elegir libremente,
la adquisición se decantará como consecuencia de las siguientes posibilidades:
1. Como consecuencia de que el precio
de nuestro producto o servicio es menor que el de la competencia.
2. Nuestro producto o servicio es percibido por el cliente con un mayor “valor añadido” que el resto.
Teniendo en cuenta las diferentes opciones tomando en consideración ambas
“variables” se determinó lo que se conoce como el “reloj estratégico” el
cual ofrece ocho posibilidades de combinación de precio y valor añadido con el
objetivo de determinar la estrategia de la empresa:
El Reloj Estratégico: Figura, elaboración Daniel Blanco |
Estrategia sin
“filigranas”
Combina precios reducidos, un bajo valor añadido percibido y un enfoque
especialmente dirigido al segmento del mercado más sensible al precio.
Su viabilidad se basa en la existencia de una parte de los consumidores que
reconocer la baja calidad del producto pero no puede (o no quiere) adquirir
artículos o servicios de mayor calidad.
En muchas ocasiones también se plantea como opción de “entrada” en un
determinado sector con objeto de generar cierto volumen de negocio y poder
avanzar hacia otras estrategias.
En algunas circunstancias se utiliza como vía para competir en mercados
donde la competencia principal sigue estrategias diferentes.
Estrategia de precio
reducido
Se intenta conseguir que el producto o servicios tenga un menor precio que
el de los competidores al mismo tiempo que se trata de ofrecer un artículo o
servicio de igual valor.
Mediante esta estrategia puede buscarse un liderazgo en costes mediante
economías de escala, poder de negociación con proveedores y el efecto de la llamada Curva de la Experiencia, curva de valor, etc.
En muchas ocasiones se trata de una estrategia fácil de imitar por los
competidores.
Estrategia de
Diferenciación
La organización ofrece productos o servicios únicos o distintos a los de la
competencia en aquellas características que son valoradas por los clientes*.
Nota*. John Maeda en sus Leyes de la Simplicidad considera la diferenciación como uno de los diez principios a tener en cuenta y Seth Godin la tiene como única estrategia viable para la generación de su "vaca púrpura".
Nota*. John Maeda en sus Leyes de la Simplicidad considera la diferenciación como uno de los diez principios a tener en cuenta y Seth Godin la tiene como única estrategia viable para la generación de su "vaca púrpura".
Se persigue una mayor cuota de mercado que la de los rivales (lo que a su
vez puede propiciar una ventaja en costes) ofreciendo productos o servicios
mejores por el mismo precio o con mayores márgenes marcando precios ligeramente
superiores.
Deben tenerse productos únicos y mejorados (mayor fiabilidad, mayor vida
útil, etc.), en muchas ocasiones se hace fuerza con el poder de la marca y las
competencias centrales de únicas de la organización mediante servicios o artículos
exclusivos y difíciles de imitar.
Estrategia Híbrida
El Reloj Estratégico (Bowman) II |
Esta línea de actuación intenta conseguir simultáneamente una diferenciación
y un menor precio que la competencia para nuestros productos y servicios.
Su éxito depende de la capacidad de entender el valor e incrementarlo en
función de las necesidades de los clientes, al tiempo que se tiene una
estructura de costes que permite reducir los precios al mismo tiempo que se
tienen los fondos necesarios para reinvertir en mantener y ampliar las bases de
la diferenciación.
Se trata de una estrategia ventajosa si:
- Se pueden ofrecer volúmenes mayores a los de los competidores manteniéndose
al mismo tiempo márgenes atractivos mediante una estructura de costes bajos.
- Si es posible tener claras cuales son las competencias centrales de la
empresa sobre las cuales se puede crear una diferenciación reduciendo los
costes en las demás actividades.
- Ante la existencia de un segmento de mercado con necesidades particulares
que también facilite un planteamiento de precios reducidos.
- Como estrategia de entrada (ver Modelo de las Cinco Fuerzas de Porter) en mercados de la competencia, mediante la
búsqueda de un “eslabón” perdido de la cartera empresarial de los competidores
(un negocio mal gestionado, un área geográfica desatendida, etc.).
Estrategia de
segmentación en diferenciación
Intenta lograr un valor percibido elevado con objeto de justificar un
precio superior aplicándose a un determinado segmento del mercado. La entidad
trata de desarrollar su fortaleza mediante la búsqueda de un determinado “nicho” en su sector donde su diferenciación y
valor añadido sea muy estimado por sus clientes. Suele ser la estrategia
seguida por muchas nuevas empresas con objeto de hacerse un nombre en su sector
aunque tiene el inconveniente de que progresar posteriormente hacia otras
estrategias puede ser difícil (los clientes no suelen “percibir” la posibilidad
de la empresa de “ser buena” en otros sectores o nichos de mercado) y el paso a
una estrategia de diferenciación puede ser complicado.
Como estrategia puede provocar conflictos entre los diferentes grupos de
interés de la organización y obliga a mantener una fuerte vigilancia de la
situación y evolución del mercado pues la diferenciación puede “desaparecer”
con el tiempo lo que provoca que la organización se haga más vulnerable a las
actuaciones de la competencia.
Estrategias de fracaso
(trayectorias 6, 7 y 8)
La estrategia 6 conlleva elevar el precio sin aumentar el valor que el consumidor
obtiene del producto o servicio ofrecido. Suele ser una opción aplicada en
situaciones de monopolios u organizaciones protegidas por la legislación o en
mercados donde las barreras de entrada a la competencia son elevadas (los
competidores rápidamente erosionarían la cuota de mercado).
Por su parte la estrategia 7 es todavía más desastrosa que la anterior pues
propone una reducción del valor del artículo o servicio incrementando su
precio.
La última estrategia (8) arriesga por reducir el valor al mismo tiempo que
se mantiene el precio. Se trata de una opción muy peligrosa pues la competencia
“entra” elevando rápidamente su cuota de mercado.
Además de las ocho estrategias reseñadas Porter definió una última
posibilidad de fracaso: la llamada no estrategia (o falta de definición de la
misma) que puede llevar a que la empresa quede “atrapada” en el medio
(generalmente por intentar dos o más estrategias simultáneamente y no focalizar
el esfuerzo de la organización*). La no adopción de ninguna estrategia clara por
parte de la organización siempre es una receta condenada al fracaso.
Observación*. Porter definió en 1996 la estrategia como "la creación de una posición única y valiosa en el mercado".
Observación*. Porter definió en 1996 la estrategia como "la creación de una posición única y valiosa en el mercado".
En resumen la determinación por parte de una entidad de la estrategia más
adecuada deberá tener en cuenta: los condicionantes y evolución del mercado, el conjunto de clientes a los que la empresa
se dirige, la identificación de sus necesidades y las “bases” del valor añadido
para el producto o servicio y la determinación clara de nuestra competencia y
su estructura con objeto de delimitar las bases de su ventaja competitiva. Por
último la estrategia debe plantearse en línea con los propósitos y aspiraciones
de la organización (cultura).
“Los empresarios
confunden objetivos, misión o visión con estrategia. Estrategia es el camino
para ser únicos.” Michael E. Porter, consultor norteamericado de estrategia
empresarial.
Autor: J. Daniel Blanco
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