El Liderazgo en la Calidad |
Todos los que nos dedicamos de un modo u otro a la
calidad comprendemos que la implicación de la Dirección en las dinámicas de
implantación, mantenimiento y mejora de los Sistemas de Gestión es uno de los
pilares fundamentales para que la “filosofía de la calidad” se integre en el
funcionamiento de la empresa, fortaleciéndola, mejorándola y enfocándola de un
modo efectivo a las necesidades de sus clientes.
En los últimos años se ha vivido una revisión del
concepto de la dirección de las entidades como consecuencia de postularse el
liderazgo como uno de los requisitos intangilbles más demandados. Desde el punto de vista de
la gestión de la calidad y como consecuencia de los cambios que una
organización “sufre” al implementar en su seno un sistema de gestión de estas
características este rasgo diferenciador conlleva la necesidad de un nuevo
enfoque (y requisitos) a cumplir por parte de la Dirección.
Desde mi opinión como consultor y
tras haber desarrollado mi trabajo con buenos profesionales que se han
preocupado de llevar la calidad, en su sentido más amplio a sus empresas, las
cualidades necesarias para “manejar” con “destreza” dicho cambio son las
siguientes:
1. Compromiso. El apoyo claro a las
políticas de calidad tanto en sus primeras fases como en su engranaje
progresivo, como punto fundamental para gestionar el cambio necesario, en toda la organización puede ser el punto fundamental del liderazgo,
debe considerarse que en muchas ocasiones no se ve la necesidad de evolucionar
a mejor si no existe una situación de crisis. Su participación en la redacción
de la documentación, su interés en las auditorías desarrolladas y su dirección
en las diversas reuniones del Sistema de Gestión organizando actividades,
concediendo los recursos necesarios y planteando y comprobando la evolución de
objetivos y mejoras determinadas son elementos claves que “miden” este aspecto.
2. “Interrelacionar” con sus subordinados. Crosby dijo que “el
mejor cumplido que se le puede hacer a una persona es asimilar el contenido e
intención de lo que tiene que decir”. La calidad “obliga” a tener en cuenta
en todo momento las opiniones del personal (aunque posteriormente deban ser
corregidas) y en especial de aquellos que más cerca se encuentran de los
procesos del sistema tanto internos como en su relación con los clientes. La
necesidad de conocer esta información que se genera en el trabajo diario es
vital para la adopción posterior de mejoras y planteamiento de objetivos (ver artículo La Quinta Disciplina). Muchas
organizaciones organizan “pequeñas” reuniones donde se van analizando la
evolución de los trabajos a corto plazo, se comprueba su evolución y los
“fallos” más observados, siendo la dirección la que “redistribuye” recursos en
el día a día. Por otro lado, y esto es menos frecuente, existen directivos que
“bajan a las calderas” dándose un vuelta y entrevistándose con el personal
(saltándose a sus cargos intermedios) lo que les ofrece una visión muy amplia
del trabajo “directo”.
3.
Competencia
profesional. El conocer su empresa, las relaciones de la misma
con el exterior (clientes, proveedores (muy relevante en el modelo trébol definido por Handy) y demás partes interesadas), su dinámica
de funcionamiento en relación a los diversos procesos de trabajo en un valor
añadido (y debería ser requisito indispensable) para cualquier
Dirección. Este punto está muy ligado al compromiso pues la “formación” en los
conceptos claves de la calidad así como en sus diversas metodologías se
facilita enormemente (este punto ya fue anticipado por Peters y Waterman en su modelo de 7s como piedra fundamental). La propia Dirección es capaz de crear una “imagen” de su
empresa en el futuro así como de lo que el Sistema de Gestión bien enfocado
puede ayudar. Cabe resaltar que este atributo es muy tenido en cuenta por
los cargos intermedios y el personal pues todos somos más propensos a dejarnos
liderar por alguien que conoce por donde se mueve o como poco intenta aprender
solicitando consejo a sus diferentes responsables.
4.
Comunicador. La calidad, las mejoras
a implantar y sus objetivos deben ser “impregnados” al personal. Poder
comunicar correctamente lo que este proceso supone es una pieza fundamental
para conseguir que el trabajo del personal se alinee con los requisitos
buscados por la Dirección. Las actuaciones definidas en la “interrelación
con los subordinados” facilitan este punto así como el desarrollo de
acciones formativas a medida (tal y como expresa Covey en sus Siete Hábitos: primero comprender y luego ser comprendido).
5.
Reconocimiento/Motivación
de “habilidades”. El “factor humano” es indispensable para el
desarrollo correcto de un buen Sistema de Gestión de Calidad. La preocupación
de la Dirección por su personal en relación a su capacidad para desarrollar el
trabajo establecido conlleva a garantizar la capacitación del mismo (tanto
formativamente como en el suministro de los recursos materiales que sean
necesarios) así como a reconocer los méritos desarrollados por los trabajadores
en el desempeño de su trabajo y su progresiva autonomía (ver aplicación del Modelo de Liderazgo Situacional de Hersey y Branchard). El control de las “aptitudes” así como de las
“actitudes” en el puesto de trabajo determina una información privilegiada para
la Dirección de modo que se pueda aprovechar al máximo el potencial humano de
la entidad, en este punto cobra especial relevancia la correcta gestión de los llamados "trabajadores del conocimiento".
6. Visión
de conjunto/Trabajo en equipo. La gestión de los cambios a efectuar, el desarrollo de un trabajo eficiente y la
consecución de sinergias entre los diferentes participantes de la empresa
corresponde a considerar la organización como un conjunto de procesos relacionados donde se observa el flujo de trabajo y se ajustan los recursos
necesarios. Todo en la entidad esta relacionado desde las atención de las
llamadas de los clientes hasta la política de compras a proveedores. El
desarrollo de grupos de trabajo donde unas áreas se comuniquen con otras bajo
la Dirección multiplica las posibilidades de mejora en la empresa al poder
desarrollar acciones en conjunto que benefician a varios departamentos y que
mejoran la eficiencia de los diferentes procesos.
7. Identificar
una visión de la empresa. El liderazgo de una empresa conlleva a saber
identificar la situación de la entidad en el futuro y conseguir hacer que dicha
visión sea compartida por los trabajadores de la entidad considerando en todo momento la cultura de la empresa. La determinación de
un objetivo a largo plazo marca para la Dirección un camino que será
desarrollado vía mejoras y objetivos a corto y medio plazo de un modo
progresivo pero en consonancia con la meta general. La falta de esta visión
a largo plazo así como la “colisión” entre el trabajo del día a día y dicha
visión es nefasta para los intereses de la empresa y la participación activa
del personal en el Sistema de Gestión y son el caldo de cultivo de las llamadas Siete Enfermedades Mortales de la Dirección.
8. Honradez. No podía faltar como
aspecto a considerar en el liderazgo el punto ético. Nadie puede liderar y/o
trabajar por un cambio si no es desde esta actitud considerado como uno de los Siete Principios de Konosuke Matsushita. El “seguimiento” por miedo
o la falta de integridad son factores que pueden dar resultado a corto plazo
pero dejan fuera del Sistema múltiples opciones de mejora y fortalecen que los
sistemas existentes se afiancen cada vez más en sus problemas y errores
llevando en la mayoría de los casos a un tratamiento superficial de los
problemas y un gasto inútil de recursos*.
*Observación. Muchos pueden poner en tela de juicio este último
punto. Desde mi experiencia es un apartado fundamental, he observado Directores y/o Responsables de Gestión preocupados por su personal, trabajadores (como el que más de sus empleados),
comunicadores y preocupados por el desarrollo de sus organizaciones que al
desarrollar su trabajo sin doblez ninguna recibe diariamente el reconocimiento
de toda su plantilla. El desarrollo del trabajo bajo una ética forma parte del "Liderazgo basado en Principios de Covey".
Bajo un Sistema de Gestión de la Calidad el buen liderazgo (y el fomento de su desarrollo) conllevará al desarrollo de equipos de trabajo, a la delegación de
autoridad y a “situar” instrumentos para favorecer una comunicación entre todas
las áreas de la organización, todo con vistas al crecimiento progresivo, ordenado y enfocado de la empresa, en línea con su estrategia de gestión, contando con todos los recursos de la misma y
aprovechando todo su potencial con el objeto de asegurar la permanencia y el éxito de la empresa en el tiempo y evitando el Efecto Halo.
“El
liderazgo es dar a la gente una plataforma para la ejecución de ideas que
funcionan.”
Seth
Godin, empresario y experto estadounidense en marketing empresarial
Autor: José Daniel Blanco Alonso