El Gran Poder de las Pequeñas Ideas (I) |
Peter Drucker en el Gran Poder de las Pequeñas Ideas (1998) defiende
que el futuro no puede ser conocido siendo lo único seguro que será diferente.
Sin embargo puede ser “planeado” mediante acciones programadas y motivadas
eficazmente por una idea (de economía
diferente, de tecnología distinta o de un mercado gestionado de un modo
novedoso).
Drucker se sitúa en contra que el planteamiento de largo plazo
únicamente el válido para grandes entidades y que “su gestión” conlleva su
predicción para adaptar las acciones de la empresa en tendencias anticipadas.
Defiende que las ideas siempre comienzan siendo
pequeñas y requieren una gran cantidad de esfuerzo. Estas ideas deben tener
potencial y capacidad de producir riqueza y generar un cambio relevante en
nuestra entidad que permita su ventaja competitiva en el futuro. La ventaja
de las “pequeñas ideas” es que al abarcar un área no muy extensa su viabilidad
es mayor y únicamente precisan de un pequeño desarrollo localizado.
Nota*. Este es el motivo por el que una pequeña
empresa está mucho más dispuesta a emprender y apostar por “pequeñas ideas”.
Conseguir que el futuro ocurra requiere de un fuerte
esfuerzo más allá del talento. Asimismo la dirección debe responder
a la pregunta de ¿qué aspecto daría a nuestra empresa mayor oportunidad si
únicamente consiguiésemos que este punto se desarrollase?, de este modo los
líderes pueden enfocar su trabajo sobre procesos, productos/servicios y por supuesto su misión.
Existen una serie de consideraciones que deben tenerse
en cuenta para la gestión y acumulación de ideas, la primera es la “apertura”
de la Dirección a la aportación de nuevas ideas y la segunda es el compromiso
personal para trabajar por la idea planteada y “cristalizarla” en la entidad.
Pasar de una “pequeña idea” a su práctica demanda esfuerzo, coraje e
incluso fe, pues son actuaciones inciertas, con cierta dosis de riesgo y donde
nadie puede garantizar su éxito.
Las nuevas ideas llevan a la innovación
por la cual la organización crea nuevos recursos o incrementa los que tiene con
el objetivo de generar nuevos factores de éxito y ventajas competitivas. De
un modo resumido pueden considerarse cuatro situaciones o áreas donde residen
las llamadas oportunidades de innovación: sucesos inesperados, incongruencias,
necesidades de procesos y cambios en la industria y el mercado.
Los sucesos
inesperados se encuentran plenamente relacionados con los fracasos,
pues el análisis de sus causas puede “abrir” las puertas a nuevas oportunidades
(o a determinar la manera de no hacer las cosas), y con intereses de grupos de interés hacia los cuales en principio no estaba planteado el
producto o servicio y que pueden conllevar (mediante su “redirección”) a un
éxito inesperado.
Las incongruencias
como caldo de cultivo de nuevas posibilidades, pueden observarse en procesos no
totalmente automatizados, sectores con posibilidad de expansión pero con bajos
rendimientos o actuaciones donde existe un mejor producto o servicio pero el
mercado se mantiene en lo antiguo.
Las necesidades
de proceso, puede ser el punto donde más trabajamos los consultores.
Dentro de las sistemáticas de trabajo existentes en las empresas siempre hay posibilidades
de mejora tanto en gestión burocrática, ahorro de pasos y controles y mejora
progresiva de procesos que en no pocas ocasiones las organizaciones han ido
creciendo a medida que sus necesidades se elevaban sin trabajar en la eficacia
de sus procesos y sistema de organización.
Los cambios en la industria y el mercado (especialmente en entornos VUCA). En
este punto entrarían aspectos como la aparición de nueva tecnología (siendo uno
de los mejores ejemplos la aparición de internet) que puede “dar la vuelta”
literalmente a un sector, los cambios demográficos pues el control de los
deseos y necesidades de las nuevas generaciones (que progresivamente van
convirtiéndose en potenciales clientes) puede “abrir” literalmente nuevas
líneas de negocio y los llamados cambios de percepción que conllevan en tener
en cuenta nuestra visión subjetiva de los datos e información que se nos
presenta de modo que el mismo suceso objetivo puede considerarse desde enfoques
diferentes dependiendo de la cultura, estatus social, etc.
Las empresas en un futuro y sus líderes particularmente
tendrán que aprender a delimitar y gestionar la información así como las
herramientas que la generan y albergan como generadores de riqueza y
administración de cualquier organización de modo que las decisiones que se
adopten abarquen información básica (flujo
de caja, proyecciones de liquidez, inventarios, ventas, ingresos, etc., que
constituyen actuaciones directivas ampliamente empleadas y que si sin correctas
no nos dicen mucho pero si son incorrectas identifican un problema),
información sobre la productividad (se
focaliza en los recursos clave de la entidad: trabajadores, equipos, etc.),
información sobre nuestra competencia (considerada
como factor clave en los últimos años para
conseguir una ventaja competitiva sostenible en el tiempo y como factor
diferenciador de la empresa) e información sobre la asignación de recursos
(entendidos como el capital como
sus recursos humanos de modo que su gestión y combinación correctas delimitan
la eficacia de la operatividad de la entidad).
El Gran Poder de las Pequeñas Ideas (II) |
Como complemento a los cuatro tipos de información
reseñada la empresa necesita que dicha información esté organizada y su estrategia
precisa en tener en cuenta la información sobre los mercados, los clientes (y los no clientes), sobre los avances de
la tecnología (de nuestro sector y ajena),
sobre la evolución de la economía y finanzas (en muchas cosas a nivel global) considerando en todo momento que
ahí es donde están los resultados*.
Observación*. La información recogida debe animarnos a
cuestionar principios establecidos y a formularnos las preguntas oportunas,
además debemos integrar la información en un proceso de toma de decisiones y
planteamiento de objetivos estratégicos de
modo que pueda llegar a cuestionar y desafiar la estrategia establecida. De
este modo la información debe integrarse con la estrategia empresarial de modo
que la combinación de ambas pueda poner a prueba las suposiciones de la
organización y desafiar su planteamiento
actual.
La organización del futuro demandará una estructura más plana donde la especialización (que
es donde radica el conocimiento) sea más elevada y donde el traslado de
este conocimiento (actualmente situado en los “peldaños” superiores de la
entidad) se sitúe en los diferentes departamentos (las bases) que controlan el conjunto de procesos de la entidad,
siendo básico el liderazgo por objetivos por parte de los directivos de la
entidad, las relaciones de cooperación entre sus diferentes integrantes y el
asumir las responsabilidades correspondientes por parte de todo el personal. La
“descentralización” será una necesidad de cara a su preparación para la
adopción de decisiones rápidas de modo que la organización se ajuste a las necesidades de cambio imperantes en la actualidad y el grado de especialización
demandado precisará de un trabajo en equipo y entre iguales de cara a la mejor
coordinación de las decisiones estratégicas. Aspectos como la mejora continua,
el “aprovechamiento” del conocimiento y transformar la innovación en un proceso
sistemático e integrado en la organización serán esenciales para mantenerla en
el “terreno de juego”.
Se debe tener en cuenta que el futuro siempre llega
antes o después y en todas las ocasiones supone una diferencia con el presente
lo que conlleva que cualquier compañía que no trabaje sobre él tendrá
dificultades que implicarán una pérdida de relevancia y liderazgo además de
cierto vértigo y falta de comprensión de los sucesos ("El Fin de la Ventaja Competitiva"). La Dirección de una
organización puede decidir no trabajar en relación a su futuro pero
generalmente el riesgo asumido por esta “omisión” es tremendamente más grande
que la apuesta por “pequeñas ideas” a pesar de que algunas de ellas no ofrezcan
el resultado previsto.
“Lo único
que sabemos del futuro es que será diferente.”
Peter F.
Drucker, consultor y experto en gestión empresarial austriaco
Autor: J. Daniel Blanco
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