Todo está en continua evolución y parece ser que en los últimos años el cambio es una constante.
Los que trabajamos en el sector de la consultoría y particularmente en
temas de calidad y estrategia no somos ajenos a este hecho y como consecuencia
debemos adaptar nuestro trabajo a los “ritmos” que se están imponiendo en
nuestros clientes (actuales y potenciales).
La rapidez de los cambios tecnológicos, la globalización y el cambio de los valores de la sociedad están imprimiendo nuevos modelos de gestión en las organizaciones y su relación tanto entre sus diversos componentes como con el “medio ambiente” que las enmarca.
Este artículo supone una mirada particular, y propia, situada a finales de 2021 en relación a las capacidades y consideraciones que considero necesarias desarrollar para efectuar nuestros futuros trabajos dando lo mejor a nuestros clientes.
Desarrollo del trabajo a distancia. La irrupción del COVID-19 en el año 2020 ha venido a confirmar la posibilidad de efectuar nuestro trabajo (o al menos gran parte de él) en remoto. Aunque ya gran parte de nuestro trabajo como consultores lo efectuábamos en nuestras propias instalaciones antes de 2020 la posibilidad de efectuar reuniones a distancia y emplear diferentes plataformas digitales para ir avanzando temas a supuesto en muchos casos una fuerte optimización de nuestros recursos (especialmente el tiempo) y la posibilidad de efectuar trabajos fuera de nuestra localización más cercana. Por otro lado nos ha obligado a “controlar” esta “nueva tecnología” y en no pocas ocasiones a “educar” a nuestro cliente en su uso y ventajas.
Incorporación en los Sistemas de Calidad de parámetros ambientales y sociales. El incremento de la concienciación ambiental por parte de las organizaciones en gran medida “empujada” por sus propios clientes va “filtrándose” poco a poco en las estrategias empresariales conllevando la necesidad de incorporar como indicadores de calidad parámetros medioambientales que van condicionando progresivamente las relaciones de las empresas con proveedores y con el medio ambiente que las rodea. De igual modo parámetros sociales relacionados muy directamente con la responsabilidad social corporativa van “dando pinceladas” en los sistemas de calidad. La generación escrita de códigos éticos en las empresas y actuaciones de favor hacia ciertos colectivos de la comunidad cada vez toman más relevancia en el día a día de las entidades.
Informatización de los Sistemas de Gestión. La gran mayoría de las organizaciones ya trabajan con sistemas de gestión informáticos. Desde su gestión con los clientes, hasta procesos de facturación pasando por la gestión de compras y el control de los trabajos efectuados, gran parte de las operaciones efectuadas por las empresas se encuentran recogidas en el entorno digital.
El conocimiento de estas aplicaciones, o por lo menos sus “rudimentos”
son un factor a tener en cuenta en el trabajo a desarrollar. La mayor parte de
la información documentada de las empresas ya se encuentra en soporte digital y un
gran porcentaje de los datos empleado para la gestión y el control de los
correspondientes indicadores
de proceso se “rescatan” de estas aplicaciones.
Diseño de Sistemas de Gestión más “ágiles”. Aunque parezca un contrasentido para todos los que nos dedicamos a la calidad la generación de la documentación de los sistemas debe recoger las “líneas maestras” de cada proceso dejando “una puerta abierta” a la variabilidad.
Este punto se
está convirtiendo en vital para garantizar que las entidades tengan cierto
margen en sus actividades y que éstas no se encuentren fuertemente “encorsetadas” y ya se viene aplicando en organizaciones que trabajan por proyectos y
comienza a vislumbrase como una necesidad en la prestación de servicios.
La verdadera “puesta en juego” del potencial interno. Gran parte de la información del “saber hacer” de las organizaciones están en poder de sus propios empleados y en gran medida en lo que generalmente se considera la base del organigrama. Es el personal que está trabajando con la máquina, el que desarrolla las ideas en los planos, el que recibe las reclamaciones o está en contacto con el cliente, el que sitúa y coloca el almacén, el que a diario emplea y optimiza los recursos de la organización, observa y “pulsa” la opinión del cliente y tiene las mejores ideas para optimizar los procesos de la entidad. Hacer “aflorar” este conocimiento y ponerlo a disposición del ciclo de mejora continua constituye un verdadero reto para los próximos años.
Tal
y como comentó alguien “el futuro no está
escrito”, sin embargo si se pueden observar ciertas tendencias, unas
favorecidas por el desarrollo tecnológico de los últimos años otras impuestas
por el entorno VUCA donde nos ha tocado vivir. Las empresas son las primeras que se
están adaptando a los cambios y nosotros, los consultores de gestión, como parte de su plantilla
(somos mercenarios en el buen sentido de
la palabra) tenemos la obligación de participar y colaborar con ese cambio
ayudando con nuestros conocimientos a “abrir” las diferentes posibilidades que “cada
piedra” en el camino podrían convertirse en oportunidades.
‘Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente
hay que cruzar y qué puente hay que quemar’. Bertrand Russel, filósofo,
matemático y escritor británico siglos XIX y XX, ganador del premio
Nobel.
Autor: J. Daniel Blanco